Felipe Renault
Psicólogo Clínico
El ser humano, a lo largo de la historia, se ha relacionado íntimamente con otros, ya sea con fines amorosos, procreativos o apasionados. Se sabe distinguir que antiguamente, la conformación de una pareja, que más tarde se realizaría en una familia, solía tener fines de prestigio, en las altas urbes de la burguesía, o la realización misma como persona para la clase trabajadora. El fin de la consolidación de una pareja poseía fines de crecimiento y superación, la responsabilidad de comenzar algo.
Hoy en día, muchas veces, la conformación de pareja, tiende a atender a la necesidad de uno mismo, para satisfacer aquellas metas autoimpuestas o predichas por la sociedad. Pero como todos sabemos, el tema suele ser complejo, especialmente cuando estas metas son tan diversas, habiendo ocasiones en que el amor de pareja no es suficiente para cumplirlas. Entonces, ¿Qué es el amor al relacionarnos con otros? ¿Cómo entendemos el amor de pareja hoy en día? Según Maturana “El amor es la emoción que constituye las acciones de aceptar al otro como un legítimo otro en la convivencia. Por lo tanto, amar es abrir un espacio de interacciones recurrentes con otro en el que su presencia es legítima sin exigencias” (“Emociones y Lenguaje en Educación y Política”, Humberto Maturana, 1997, p. 73).
Entonces podemos entender el amor como la aceptación de un otro en la convivencia con este. El poder convivir y acoplarse con la vida de un otro, cediendo parte de tu vida para esa persona, como también esa persona entregará la suya para ti mismo, comprendiendo la importancia de una confianza entre ambos. Aunque en muchas ocasiones, el entregar y ceder se puede expresar como la no obligación a la otra persona de entregar amor, siendo esto el sacrificio de uno mismo, en dejar ir a quien amamos, cuando no se es correspondido.
Con lo señalado anteriormente, se puede decir a la vez, que el amor, además de ceder, entregar, entender y liberar, es una muestra de responsabilidad que tenemos con ese otro y con uno mismo. No podemos tomar acciones, responsabilizándonos por otros, cuando no podemos ser responsables con nosotros mismos. Y es aquí donde nace el concepto de amor propio. La responsabilidad con uno mismo, donde debemos decidir lo que es correcto para nosotros como persona, sin la necesidad de actuar contra un otro por esto. Al responsabilizarnos de nosotros mismos, en lo que hacemos, decimos y actuamos, podemos responsabilizarnos por el amor que otros pueden entregarnos.
¿Qué pasa cuando el amor se tergiversa, y pasa a ser un sometimiento para otro o una necesidad enfermiza por alguien más? Esto es un concepto conocido como el “Falso amor”. La existencia de este “falso amor”, muchas veces puede deberse a la existencia de un conflicto personal, el cual no ha sido superado o no se ha atendido como se debe. Este puede llegar a expresarse en infidelidades, celos, desconfianza, dependencia, codependencia. Siendo estos últimos reflejados como una obsesión por ese otro. Hay que tener presente que mientras exista un conflicto, el amor deja de ser amor y pasa a ser una obsesión.
¿Como identificar que no es amor y es obsesión? Suele ocurrir que cuando transgredimos la existencia de la otra persona, imponiendo nuestra forma de amar, de actuar y vivir, estamos invisibilizando las necesidades de este, y a la vez no podemos dejarlo ir, ya que necesitamos de esta persona para poder existir. En este caso, se puede ver una clara muestra de esta obsesión y la ausencia del amor.
Para poder trabajar en esto, cursando esta obsesión a una muestra de amor, es recomendable tomar terapia, ya sea para uno mismo o de pareja, y así, vivir y experimentar el amor con tu pareja de manera responsable y fructuosa.